San Benito de Aniano (750–821) fundó el monasterio benedictino en la actual Kornelimünster alrededor del año 814. Como consejero del emperador Luis el Piadoso, estableció las reglas de la orden de su homónimo Benito de Nursia (480–547) como fundamento de la vida monástica.
El monasterio fue inicialmente conocido como el «Monasterio del Salvador del Inde», ya que el emperador Luis le había cedido las tres reliquias bíblicas o «del Salvador» provenientes del tesoro de reliquias de Aquisgrán: el delantal de la Última Cena, la tela funeraria y el sudario.
Alrededor del año 875 tuvo lugar un intercambio: Carlos el Calvo recibió la mitad de la tela funeraria para el monasterio fundado por este en Compiègne, Francia, mientras que los monjes del Inde recibieron a cambio el cráneo y el brazo relicario de San Cornelio († 253). Con la creciente veneración del santo, en el siglo XI se cambió el nombre a Kornelimünster. A partir de entonces, la vida de la abadía tuvo dos momentos de especial importancia: la octava celebrada cada año en torno al 16 de septiembre (día de San Cornelio) y la peregrinación para venerar las reliquias cada siete años.
La tradición de la octava continuó después de la abolición de la abadía imperial en 1802. Fueron los ciudadanos de la parroquia de Kornelimünster quienes la mantuvieron viva.
La última peregrinación durante la cual las reliquias estuvieron en posesión de la abadía benedictina tuvo lugar en 1790. Cuatro años más tarde tuvieron que ser trasladadas para protegerlas de las tropas. Kornelimünster le debe al obispo de la primera Diócesis de Aquisgrán que las reliquias fueran entregadas a la nueva parroquia de San Cornelio. La parroquia se convirtió así en el destino de la peregrinación, en lugar del monasterio.
En el siglo XIX se reanudaron gradualmente las peregrinaciones para adorar las reliquias. En 1916 no tuvo lugar la peregrinación debido a la Primera Guerra Mundial. En 1937 se mostraron las reliquias de Kornelimünster desde las galerías de la Iglesia de San Cornelio, antes de que los tiempos oscuros de la Segunda Guerra Mundial interrumpieran la tradición. La Peregrinación de Kornelimünster se retomó después de la guerra y, en la actualidad, sigue llevándose a cado cada siete años al mismo tiempo que la Peregrinación de Aquisgrán.